Hablar de Kenny Dorham es hablar sobre el mejor ejemplo del jazzista brillante pero prácticamente desconocido. Con una carrera siempre como “sideman” de titanes como el mismo Parker, Joe Henderson, Jackie Mclean y Max Roach, es quizás más conocido por ser el autor del standard “Blue Bossa”. Sin embargo, su corta pero fructífera carrera como solista ha sido recientemente reconocida como uno de los mejores exponentes del bop clásico.
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“Quiet Kenny”, de 1960, es el primer disco de Kenny Dorham junto al futuro cuarteto de Coltrane, compuesto por Tommy Flanagan en piano, Paul Chambers en contrabajo y Art Taylor en batería. En general, el disco consiste en standards, principalmente baladas, y tres composiciones propias de Dorham. Lo primero y lo más fascinante que salta a la vista son la forma de sus solos. Por una parte, se mantiene muy fiel y respetuoso a la melodía. Por ejemplo, en las excelentes versiones de “My Ideal” y “Alone Together”, los solos parecieran ser una tranquila y meditativa continuación de la melodía principal. Por otra parte, sus improvisaciones parecieran ser sacadas directamente de partituras preestablecidas, toda vez que logra crear melodías suaves y elaboradas, sin necesidad de leaks rápidos o figuras muy complicadas, que no caen ni en lugares comunes ni el virtuosismo propio del hard bop, como el solo en el blues “Blue Friday”.
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Una de las mejores sensaciones al escuchar jazz consiste en poder descubrir discos o músicos “perdidos” u obnubilados frente los clásicos exponentes de los distintos géneros. El caso de Kenny Dorham nos enseña que hay un mundo fascinante de analizar más allá de los clásicos exponentes del bop. Un mundo de jazzistas “menores” o “desconocidos”, que el tiempo se ha encargado de darles el reconocimiento que se merecen, y que pueden brillar por sí solos, más allá de la notoriedad que hayan podido alcanzar en su tiempo por un standard o una que otra colaboración.
Reseña por @manuabarca01
