El minimalismo en el Jazz es uno de las estilos más fascinantes de escuchar, pero a la vez muy difícil de conseguir, dada la especial complicidad que se requiere en los intérpretes. Este se caracteriza por prescindir del ensamble rítmico típico de jazz, para potenciar la relación entre instrumentos ante la falta de una base rítmica. Al mismo tiempo, se caracteriza por prescindir de los estáticos requisitos del solo y el acompañamiento respectivo durante los temas.
Undercurrent, el disco de Bill Evans y Jim Hall, de 1962, es un excelente ejemplo de esto. Grabado luego de la trágica muerte del contrabajista del trío clásico de Bill Evans, Scott LaFaro, el disco consiste en versiones minimalistas de standards en solo piano y guitarra.
En estas sesiones, los acompañamientos tienen algo de solo, y los solos algo de acompañamiento. La polirrítmica de los solos de Jim Hall son complementados por los característicos cambios de armonías de Bill Evans (por ejemplo, en la rápida y elaborada versión de “My Funny Valentine”). En otras ocasiones, la línea entre acompañamiento y solo tiende a difuminarse, donde pareciera que ambos correspondieran a la misma exposición, como música clásica (como en “Romain” y “Skating in Central Park”, quizás el mejor tema del disco). Todo esto se ve complementado por el hecho de contar con una base armónica especial, compuesta por la mano izquierda de Bill Evans y los cambios de ritmo tan característicos de Jim Hall.
Undercurrent permite darse cuenta que no es necesario contar con grandes ensambles o con grandes estructuras para generar espacios poco comunes en el jazz. En efecto, con dos instrumentos se puede hacer incluso más cosas que con una banda completa, al sacar lo mejor y más exigente de ambos intérpretes. En este caso, cada uno tiene su propio lenguaje, ya que con Bill Evans en la armonización y Jim Hall en la polirritmia, cada tema resulta novedoso y único en su interpretación.
Comentario por @manuabarca01
